Caer, levantarse y seguir andando.

La vida da giros rotundos arrastrándonos a menudo hacia acontecimientos y situaciones inesperadas. A veces el destino da un volantazo y nos atropella deformando el escenario de todo un futuro meticulosamente planificado.
Como disolvente caído accidentalmente sobre un óleo, ciertos hechos disuelven toda concepción anterior de la vida. La mayoría de las veces tan solo deja a su paso una distorsión, una figura ennegrecida, apenas un amago diluído de lo que un día fuere un bonito cuadro. A veces es tan demoledor que tan solo deja un lienzo en blanco, amanchonado, inútil, vacío. Y tan solo unas pocas veces actúa sobre nuestra vida dejando caer la falsa imagen que creamos sobre la idea de nuestra felicidad, descubriendo una obra perfecta bajo lo que, hasta entonces, tan solo había sido "bonito cuadro".

Caer, volver a levantarse y andar.

¿Recuerdas cómo nos conocimos? Claro que lo recuerdas. Sonríes al pensar que fue especial desde el primer día, aunque aun no podíamos saber por qué, ¿verdad?.
Es difícil darle nombre a algo que aun se desconoce.

Desde entonces, y mucho antes, hemos jugado a ser felices por separado. Hemos caído, nos hemos levantado y emprendido nuestro propio camino ignorantes de que ambos conducían irremediable a converger.

Caer, volver a levantarse y andar.

Morir en vida y resucitar. Sabemos que es posible, es la historia de nuestra vida, pero ¿qué te voy a contar a ti que no sepas ya? . Ya hemos reído y llorado juntos, y jamás hubo coraza, ni mascaras entre nosotros.
Quizás caigamos de nuevo, pero nos levantaremos mil veces para caminar de la mano por ese, nuestro camino, esa obra perfecta bajo lo que solo había sido un "bonito cuadro".